
El centralismo, rezago de la herencia colonial, ha llegado a niveles extremos a consecuencia del salvaje neoliberalismo implementado por los presidentes Fujimori, Toledo y García Pérez. Este sistema sumado a las secuelas de más de 20 años de violencia política, ha convertido a nuestra región en la propietaria de los indicadores sociales más pobres del Perú.
Con frecuencia escuchamos hablar de nuestra pobreza, como si esta fuera una característica innata de cada uno de nosotros. Sin embargo el alto nivel de pobreza, hablamos de ese 88% de huancavelicanos registrados por el INEI como pobres y/o extremadamente pobres, obedece también a otros factores que obstaculizan el desarrollo de Huancavelica. El escaso atractivo electoral que muestra Huancavelica debido al reducido número de electores que tiene con relación a otras regiones, genera poco interés de nuestros gobernantes quienes prefieren darle prioridad al financiamiento de obras de desarrollo en otras regiones del país, cuyo caudal electoral es considerable y que por consiguiente son consideradas estratégicas para afianzar sus ambiciones políticas y partidarias en un corto y mediano plazo.
Estas actitudes se repiten constantemente en las autoridades nacionales, e incluso regionales. Son precisamente éstos, quienes lejos de velar por el bienestar de nuestra comunidad expresan manifiestamente su escaso interés por solucionar los reales problemas de nuestro pueblo. Anteponen la valoración política por encima de las necesidades de la población y la subordinan a sus intereses electorales, pensando acaso, en una probable e inmediata reelección.
Es increíble ver como estas malas autoridades priorizan a la ejecución de proyectos de inversión intrascendentes en lugares donde existen buenos caudales electorales, a expensas de pueblos enteros que sí necesitan ser atendidos en sus necesidades más básicas y que sin embargo son olímpicamente ignorados por el simple hecho de no tener un potencial electoral políticamente apetecible.
Huancavelica no es pobre. Somos una región con enormes potencialidades hidro energéticas, mineras agropecuarias y humanas. Necesitamos articular estas potencialidades para forjar nuestro propio desarrollo. Es preciso sacudirnos de ese estigma de pobreza histórica con el que nos han investido a los huancavelicanos.
Cerca del 36% de la energía eléctrica que alumbra y mueve al Perú nace de las entrañas de Huancavelica. Sin embargo, los beneficios económicos que genera la Hidroeléctrica "Santiago Antúnez de Mayolo" no llegan a nuestra tierra, restándole significativos ingresos que impulsarían la ejecución de trascendentales proyectos de inversión y las mejoras de nuestras condiciones de vida.
En ese sentido, el Estado debe transferir al Gobierno Regional la administración de estos recursos, obedeciendo a un adecuado proceso de descentralización que impulse nuestro desarrollo. Sin embargo, para hacer tangible este anhelo, precisamos unir esfuerzos. Todos, desde el ciudadano de a pie hasta las más altas autoridades debemos esforzarnos por conseguir este objetivo.
Para lograr estas metas es necesario que nuestro gobierno regional muestre una mayor dinámica, coherencia y consecuencia en los compromisos que ha asumido con el pueblo huancavelicano. Para ello, urge erradicar la corrupción existente al interior del Gobierno Regional de Huancavelica. Es vox populi la existencia de malos funcionarios regionales que amparados en el poder de decisión que su cargo funcional les encomienda, cometen vergonzosos actos de corrupción, postergando y obstaculizando los nobles objetivos de algunas autoridades distritales que realmente están comprometidos con sus pueblos.
Tenemos que acabar con los fantasmas que nos atan al atraso y a la mediocridad. No podemos permitir que en Huancavelica se sigan implementado de manera permanente los programas asistencialistas, porque éstos adormecen nuestras conciencias y nos quitan el estímulo al trabajo y a la creatividad, convirtiéndonos cada vez más en dependientes de la ayuda humanitaria. Urge que el Gobierno Regional de Huancavelica formule proyectos de gran envergadura e impacto social que nos permitan despegar de manera definitiva. Despertemos ya, con una visión compartida de optimismo y coraje que genere una poderosa fuerza que nos permita asumir esa idea convincente de dejar de lado una abstracción para convertirlo en una realidad, una hermosa realidad.
Con frecuencia escuchamos hablar de nuestra pobreza, como si esta fuera una característica innata de cada uno de nosotros. Sin embargo el alto nivel de pobreza, hablamos de ese 88% de huancavelicanos registrados por el INEI como pobres y/o extremadamente pobres, obedece también a otros factores que obstaculizan el desarrollo de Huancavelica. El escaso atractivo electoral que muestra Huancavelica debido al reducido número de electores que tiene con relación a otras regiones, genera poco interés de nuestros gobernantes quienes prefieren darle prioridad al financiamiento de obras de desarrollo en otras regiones del país, cuyo caudal electoral es considerable y que por consiguiente son consideradas estratégicas para afianzar sus ambiciones políticas y partidarias en un corto y mediano plazo.
Estas actitudes se repiten constantemente en las autoridades nacionales, e incluso regionales. Son precisamente éstos, quienes lejos de velar por el bienestar de nuestra comunidad expresan manifiestamente su escaso interés por solucionar los reales problemas de nuestro pueblo. Anteponen la valoración política por encima de las necesidades de la población y la subordinan a sus intereses electorales, pensando acaso, en una probable e inmediata reelección.
Es increíble ver como estas malas autoridades priorizan a la ejecución de proyectos de inversión intrascendentes en lugares donde existen buenos caudales electorales, a expensas de pueblos enteros que sí necesitan ser atendidos en sus necesidades más básicas y que sin embargo son olímpicamente ignorados por el simple hecho de no tener un potencial electoral políticamente apetecible.
Huancavelica no es pobre. Somos una región con enormes potencialidades hidro energéticas, mineras agropecuarias y humanas. Necesitamos articular estas potencialidades para forjar nuestro propio desarrollo. Es preciso sacudirnos de ese estigma de pobreza histórica con el que nos han investido a los huancavelicanos.
Cerca del 36% de la energía eléctrica que alumbra y mueve al Perú nace de las entrañas de Huancavelica. Sin embargo, los beneficios económicos que genera la Hidroeléctrica "Santiago Antúnez de Mayolo" no llegan a nuestra tierra, restándole significativos ingresos que impulsarían la ejecución de trascendentales proyectos de inversión y las mejoras de nuestras condiciones de vida.
En ese sentido, el Estado debe transferir al Gobierno Regional la administración de estos recursos, obedeciendo a un adecuado proceso de descentralización que impulse nuestro desarrollo. Sin embargo, para hacer tangible este anhelo, precisamos unir esfuerzos. Todos, desde el ciudadano de a pie hasta las más altas autoridades debemos esforzarnos por conseguir este objetivo.
Para lograr estas metas es necesario que nuestro gobierno regional muestre una mayor dinámica, coherencia y consecuencia en los compromisos que ha asumido con el pueblo huancavelicano. Para ello, urge erradicar la corrupción existente al interior del Gobierno Regional de Huancavelica. Es vox populi la existencia de malos funcionarios regionales que amparados en el poder de decisión que su cargo funcional les encomienda, cometen vergonzosos actos de corrupción, postergando y obstaculizando los nobles objetivos de algunas autoridades distritales que realmente están comprometidos con sus pueblos.
Tenemos que acabar con los fantasmas que nos atan al atraso y a la mediocridad. No podemos permitir que en Huancavelica se sigan implementado de manera permanente los programas asistencialistas, porque éstos adormecen nuestras conciencias y nos quitan el estímulo al trabajo y a la creatividad, convirtiéndonos cada vez más en dependientes de la ayuda humanitaria. Urge que el Gobierno Regional de Huancavelica formule proyectos de gran envergadura e impacto social que nos permitan despegar de manera definitiva. Despertemos ya, con una visión compartida de optimismo y coraje que genere una poderosa fuerza que nos permita asumir esa idea convincente de dejar de lado una abstracción para convertirlo en una realidad, una hermosa realidad.